Como todo lo bueno que sucede en la vida, todo empezó con una sencilla idea. Un proyecto. El sueño de compartir el buen saber hacer artesano de nuestros maestros, a través de pequeños tesoros en los que plasmar el día a día. La cotidianidad. Hacer de lugares corrientes, rincones muy especiales.
En un precioso rincón de la Ribeira Sacra, abrazado de naturaleza y tranquilidad, se halla un pequeño taller. Una fábrica de sueños inmortalizados entre madera y cristal, y a los que llevamos años etiquetando con el nombre de ventanas. Ventanas, al pasado.
De tradición artesana, Andrés aprendió de los mejores. Su padre y su abuelo, ebanistas y restauradores con largo recorrido, sembraron en él la semilla artística, que no dejó de crecer.
¿Y por qué hay un nosotros? Desde hace 15 años, este proyecto empezó a andar, con la inestimable aparición de Silvia. Licenciada en turismo, decidió emprender este viaje junto a Andrés, convirtiendo su hobby en profesión.
Un proyecto lleno de pasión y delicadeza, con el que aprender a mirar el mundo desde otra perspectiva. Desde otras ventanas. Unas ventanas, al pasado.
Como todo lo bueno que sucede en la vida, todo empezó con una idea. Un proyecto. El sueño de compartir el buen saber hacer artesano de nuestros maestros, a través de pequeños tesoros en los que plasmar el día a día. La cotidianidad. Hacer de lugares corrientes, rincones muy especiales.
En un precioso rincón de la Ribeira Sacra, abrazado de naturaleza y tranquilidad, se halla un pequeño taller. Una fábrica de sueños inmortalizados entre madera y cristal, y a los que llevamos años etiquetando con el nombre de ventanas. Ventanas, al pasado.
De tradición artesana, Andrés aprendió de los mejores. Su padre y su abuelo, ebanistas y restauradores con largo recorrido, sembraron en él la semilla artística, que no dejó de crecer.
¿Y por qué hay un nosotros? Desde hace 15 años, este proyecto empezó a andar, con la inestimable aparición de Silvia. Licenciada en turismo, decidió emprender este viaje junto a Andrés, convirtiendo su hobby en profesión.
Un proyecto lleno de pasión y delicadeza, con el que aprender a mirar el mundo desde otra perspectiva. Desde otras ventanas. Unas ventanas, al pasado.
Intentamos transmitir todo el amor que sentimos por el oficio en cada pequeño rincón. Cada centímetro que compone una ventana, conlleva trabajo, delicadeza, creatividad y recompensa a partes iguales.
Nuestro objetivo: mostrar el mundo tal y como lo vemos. Un mundo preciosista y minucioso, en el que los pequeños detalles, son los que marcan la diferencia.
Un pequeño refugio, en el que, por unas horas, tratamos de aislarnos de todo aquello que acontece en el exterior, tratando de plasmar aquello que sucede en nuestro recuerdo e imaginación.
Ventanas al Pasado es cada rincón, cada detalle, cada milímetro que tratamos de reproducir con la mayor fidelidad posible. Pero también es el donde. El lugar. Un entorno idílico que empuja y da la bienvenida a la creatividad, de un modo natural y fluido.
Un pequeño refugio, en el que, por unas horas, tratamos de aislarnos de todo aquello que acontece en el exterior, tratando de plasmar aquello que sucede en nuestro recuerdo e imaginación.
Ventanas al Pasado es cada rincón, cada detalle, cada milímetro que tratamos de reproducir con la mayor fidelidad posible. Pero también es el donde. El lugar. Un entorno idílico que empuja y da la bienvenida a la creatividad, de un modo natural y fluido.
En un estudio de arquitectura, cada centímetro, cada milímetro importa. Toda construcción no empieza con la primera piedra, sino con el primer boceto. Y en esta ventana, vemos reflejados de manera muy cuidada bocetos, ideas y proyectos, listos para convertirse en realidad.